21 jun 2002

La flauta de Hamelin

La caverna se abrió ante el flautista y, a su vez —a unos cuantos pasos de la entrada— apareció el abismal despeñadero. Cuando la última de las ratas se hubo precipitado al vacío, el artista exigió el pago convenido. De los notables de Hamelin sólo obtuvo como respuesta amenazas y carcajadas. Iracundo, regresó a la claraboya de la gruta e interpretó una nueva melodía. De la sima insondable comenzaron a salir increíbles bestias que asolaron la comarca: trasgos, dragones, vampiros y todo tipo de alimañas. El músico continuó tocando en un rapto frenético que se esparció por toda Europa, mientras que de la cueva emergía una gigantesca mole de mucílago corrosivo que en pocas horas disolvió totalmente el planeta. A la mañana siguiente palpitaba un agujero negro en donde antes estuvo la Tierra, y hacia él comenzaron a caer el Sol, los mundos y las estrellas. En un lapso de cinco días, la espiral de la Vía Láctea se distorsionó por completo, sumiéndose en el enorme vórtice... Le siguieron todas las otras galaxias, siempre al compás de la canción de la flauta. Unas semanas después el Universo entero se colapsó. El instrumento y su tocador también desaparecieron, aunque atrás quedaron unas cuantas notas musicales dispersas en el éter.

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