9 sep 2004

Casa y chica

En sueños se imaginaba en brazos de su amante, la obrerita de la fábrica, que era una delicia y a la que había puesto departamento muy cerca de casa.

—...¡Mmmm! —murmuraba— ahora vuelvo..., ¡mmmm!..., voy por cigarros.

—¡¡Pendejo!!, ¡YO-SOY-LA-O-TRA! —gritó la muchacha, yéndosele encima a golpes.

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