13 may 2008

Una fiesta infantil

La piñata cayó hecha añicos luego del ramalazo de aquella niña rolliza. Todos se arrojaron al ver que se desparramaba el contenido: fruta madura, fruta verde..., semillas. De pronto, las raíces que crecían de forma acelerada comenzaron a atrapar cuanto piecesito se les cruzaba, mientras que un tronco golpeaba a una mamá abusiva que a pesar de su minifalda peleaba por llenar un cucurucho donde recolectaba para su hijo-medio-pendejo. La tierra se sumió y devoró la mesa con los tacos, la de los regalos, las sillas y al show de los payasos. Los invitados huyeron despavoridos pero fueron atrapados a pocas calles de distancia, algunos de ellos arriba de sus automóviles. Desapareció el barrio entero y luego la ciudad. La enorme zanja en donde los dos océanos formaron sendas cataratas de miles de kilómetros se extendió por el Continente. Pocos días después, desde el espacio exterior, se podría haber observado como el magma y el lodo se hundían y eran regurgitados en cientos de vórtices y corrientes de convección.

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