Hace milenios que los monjes de Tasimeruchi cumplían a cabalidad su triple misión: sahumar la nave mayor de la logia, mantener brotante la fuente del agua de oración y entonar la melodía perpetua con la cadencia y el timbre exactos. Hace milenios que la orden velaba el sueño de Dios, que no despertara y siguiera siempre soñando su creación.
* * *
Un joven novicio llegó jadeando a la oficina de la archichantresa, alarmado porque los signos vitales del Ser Supremo anunciaron la inminencia de su despertar. Las inyecciones y descargas eléctricas no estaban funcionando y se temía lo peor.
Cuando el directorio estuvo reunido a la vera del soñador, se decidó utilizar el recurso extremo: soñaron la muerte de Dios.
Ahora el Universo sería uno lóbrego, tétrico y sin esperanza pero..., ¡un universo al fin!
2 ago 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario