20 nov 2009

El espectáculo más famoso sobre la tierra

Las luces se apagan y sólo un reflector ilumina la entrada de artistas, se escucha la voz del maestro de ceremonias que anuncia el número que ha hecho famoso a este circo —con ustedes, de allende el atlántico, en directo desde la Rubia Albión, en exclusiva desde los Siglos Sombríos...— y continúa, hipérbole tras hipérbole, mientras los tambores aceleran el ritmo y preparan al auditorio —¡la mismísima esposa de Leofric de Mercia!, ¡la ecuyere desnuda!, ¡cabalgando incansable desde el mercado de Coventry hasta estas afortunada pistas!, ¡la amazona desnuda!, ¡la redentora de tanto fiel vasallo!, ¡¡milady!!, ¡¡¡Lady Gooooooodiva!!! —de pronto, al último golpe de tambor, el público todo baja la cabeza, cumpliendo a cabalidad su papel en aras del Mejor Acto del Mundo.

En la arena, los payasos, los trapecistas, los malabaristas, todos, sin excepción, se prosternan y miran al suelo. En el silencio total se escuchan los cascos de un caballo.

Luego de quince o veinte minutos en tensión, se distingue un trote que se disipa tras los cortinajes, y sólo un sendero de huellas da testimonio de que allí estuvo, escultural y desnuda, Lady Godiva.

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