El gato saltó hacia el abismo, sabiendo que sus nueve vidas estaban intactas y sin usar, y el quid era impresionar a esta gatita sexy.
Se hizo añicos contra las rocas.
—¡Animal tan pendejo! —oyó la voz de Dios mientras moría— ¡te di nueve personalidades!, ¡idiota...!, ¡per-so-na-li-da-des!
15 mar 2010
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