4 abr 2012

Transfiguración

Me desvelé trabajando, así que cerré las cortinas de mi cuarto, apagué el celular y me quedé dormido. De pronto sentí que mi universo se conmocionaba todo, me puse de rodillas sobre la cama y exclamé: «Virgencita, Virgencita de Guadalupe...» De pronto —ya medio desencamorrado— recordé que soy ateo y comencé a darme de topes contra la cabecera... Pinche temblor.

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