Quien sabe cómo, el cachorrito de oso pardo se encontró en el agua y la corriente lo arrojaba más y más mar adentro. De pronto vio una masa blanca que flotaba cerca de él. —¡Un iceberg! —exclamó— ¡me salvé, me salvé!
No era un iceberg y ésas fueron sus últimas palabras, era un oso polar hambriento.
Dedicada, con afecto, a Elisa de Armas ·
Dos náufragos, dos osos, dos dedicatorias. Estamos a mano.
22 jul 2012
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1 comentario:
¡Muchas gracias, Rubén! Espero que el oso polar no me devore también a mí. Los dos osos han merecido la pena. Un abracísimo.
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