7 may 2013

San Antonio de Egipto

Estuvo vagando, en silencio, durante cuarenta años. Al final dejó de usar las palabras hasta para pensar. También olvidó por qué había venido al desierto.

4 may 2013

Prácticas piadosas

Hizo voto de silencio. No sólo no pronunciaría palabra, sino que durante dos años no estaría expuesto a ningún sonido. Selló su casa, la forró de materiales anecoicos y, para no oír ni sus propios ruidos, un cirujano le colocó unos tapones en los oídos. Se abasteció de lo que pudiera necesitar e hizo un contrato con una empresa de seguridad para que la ciudad nunca volviera a perturbarlo.

No oye nada, su mundo es silente, no oye ni el latido de su corazón.

Hoy se ha despertado sobresaltado y con una angustia terrible en el pecho: ha comenzado a escuchar voces.

3 may 2013

Sentidos

Sus ojos son capaces de percibir una gama de colores en cada color; el verde es un arcoiris de verdes, y el morado uno de morados. Ve, además, el ultravioleta, el infrarrojo y la polarización de la luz. Su tacto es fino en extremo, sensible a las mínimas perturbaciones en el aire; distingue el aleteo de una mariposa a cien metros. No sólo capta los olores, sino las miles de sustancias que componen cada aroma. A cada momento sabe la temperatura exacta de los objetos que lo rodean...

Deja de divagar y su mente regresa con el médico, que por medio de signos —innecesarios, puede leer sus palabras en los labios, incluso sin estarlos viendo— le explica que no hay remedio, que los científicos se han dado por vencidos: los robots nunca podrán oír.