Muy temprano fue a comprar una caja fuerte, la mejor, y la metió en el clóset. Puso ahí el diamante. Ahora le preocupaba el maltrato, quizás una caja de ébano con interiores de hule espuma... ¿Y la estética? Dentro de la caja que mandó hacer ese mismo día puso un estuche revestido de guadamecí y forrado de terciopelo.
Antes de meter su querencia en el estuche, para estar de veras tranquilo, la envolvió en una mascada de seda auténtica. Pero a los pocos minutos la desenvolvió para ponerla primero dentro de una pequeña ampolla de cristal cortado. El diamante ya no cupo.
Puso la ampolla en la pieza de seda, la seda en el estuche, el estuche en la caja, la caja en la caja fuerte, le echó la combinación y cerró el clóset con llave. Viendo que ya no necesitaba la gema antes tan preciada, la tiró a la basura y se fue a dormir en paz.
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