Lo pensó durante unos segundos y dijo: —Quiero una casa pequeña en un pueblecito tranquilo, donde pase a gusto mis últimos años... —titubeó un instante, y concluyó—, por favor.
El otro lo miró extrañado, mas de inmediato ambos aparecieron en una hermosa cabaña a las afueras de una villa paradisiaca. —Sólo una cosa —preguntó—, ¿por qué no me pediste la juventud?
—¿Crees que eres el primer genio que me otorga un deseo? —contestó el anciano mientras abría la puerta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario