Recorría con la palma de la mano el estante favorito de su biblioteca, como acariciando los libros.
Éste, mire usted —comenzó a explicar a su invitado—, sus hojas son de
piel de niña mexicana, ¡de una sola niña! —y continuó— el desuello se
hizo con extremo cuidado mientras ella aún seguía con vida, maceraron el
pellejo con altos estándares de calidad, y se usó un medio de cultivo
superior con sólo las mejores de las células. —Llegaron al final del
librero—: Más de noventa metros cuadrados de vitela, mil cuatrocientas
páginas... Los forros de hoja de oro y las cubiertas de zafiro son lo de
menos —y concluyó—, no le imprimieron nada, ni siquiera un clásico, no
quise que lo mancillaran, es una obra maestra, ¡la cumbre de la
Literatura!
3 jun 2014
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